lunes, 30 de junio de 2014

Monarquía o República?

Ni una ni otra
No habían pasado las doce del mediodía en casa de Hernán, mi vecino. Un argentino que dejó su tierra asqueado por la situación y las mentiras de un gobierno corrompido hasta la médula, sin pensar que la madre patria no estaba realmente mucho mejor. Tras más de 200 años de independencia peninsular -decía- un país rico como el mío no me era viable. 

Al sabor de un buen mate y acompañado de una parte de su familia que había venido a verle, surgió el debate de entre las ganas de un pampero por hablar y de un castellano por explicar. -¿monarquía o república? ¿qué crees que es mejor? La pregunta solo la puede hacer un foráneo en España, ellos que gracias a la ambición española de hace 500 años comparten la cuarta lengua del mundo , les sorprende sobremanera que hayamos cambiado de Rey de la noche a la mañana, sin consulta popular y sin algaradas. 

Animado por el envite, recogí el guante envenenado de la pregunta que no parecía dejar espacio para otra contestación entre las dos opciones propuestas. Pero soy español muy viajado por la actual Europa y un convencido de que las cosas se pueden hacer mejor. 
-Ni una cosa, ni la otra- Oh! sorpresa. Hay una especie de consenso inducido por los medios de comunicación que establece que la nuestra tuvo en sus primeros los mejores años y que poco a poco ha ido deteriorándose al tiempo que su clase política. 

Donde antes teníamos una Grande y Libre, ahora tenemos 8.117 municipios, 50 provincias y dos ciudades autónomas, 17 Comunidades autónomas y una nación con al menos 5 dialectos territoriales más algunos locales. No los cito porque como en todo, siempre hay quien se centra en la gilipollez de las especificidades dialectales y semánticas. Digo gilipollez solo refiriéndome al tiempo que malgastan muchos paniaguados en defender algo que se defiende solo, aquí cada uno habla lo que le viene en gana desde que estamos en democracia. Mirando el movimiento del mundo actual hay que ser un gilipollas para no darse cuenta que ultraproteger, ultrapromocionar y en algunas zonas de España utilizar un dialecto como arma para discriminar, solo beneficia el bolsillo de algunos en detrimento de la formación en idiomas verdaderamente importantes como el inglés, el francés, el alemán y, apunten esta, el chino. España necesita abrirse al exterior y ganar competitividad mejorando sus competencias, no haciendo bandera de nacionalismos.

Con estas premisas sobre la mesa lancé mi opción. La República Federal Parlamentaria con democracia directa. Lo que viene a ser la forma de gobierno de la Confederación Helvética o Suiza. Mi interlocutor, sabedor de los esfuerzos de históricos dirigentes argentinos por llevarse la "plata" hasta las cajas fuertes de sus bancos, no salía de su asombro. -¿Suiza?- exclamó-  

Lo sorprendente es que me dejó terminar mi argumento sin interrumpirme, algo muy español por otra parte, es parte de la incultura que transmiten los pseudodebates teledirigidos ofrecidos por las televisiones aquí. Suiza-expliqué- pactan y hacen referéndums casi por cualquier cosa que pueda afectarles. Recuerdo un viaje a la capital Berna, con motivo de agilizar un papeleo para la la pensión de mi difunto padre, tienen por norma en los barrios administrar las decisiones que les afectan directamente. Cambiar una plaza de nombre,  de sentido de circulación o de ajardinamiento, se convierte en el ejercicio democrático de consulta a sus habitantes. Aquí en España viene el concejal de turno, abusa de un presupuesto inflado cuyos fondos tiene que pedir a un banco, hace la obra y cuando finaliza su mandato viene el siguiente y lo puede volver a cambiar. 


Ese es el tipo de democracia que me interesa, más que nada porque suele venir acompañada de un equilibrio presupuestario más que interesante y no como aquí, donde lo más importante es el día de la aprobación del proyecto - rueda de prensa y gambas- el día de la primera piedra - r de P + gambones- (tengo documentado un caso que la pusieron a las 13h y a las 15 la misma empresa que organizó el evento la retiró para llevarsela a otro a otro evento) y por último el día de la inauguración, donde se descubre una placa en la que aparece el nombre del figura que lo pone en marcha. Por supuesto ese día ya es un sarao en condiciones. Lo que viene a ser la fiesta de Blas, que la pagamos los demás. Suiza apenas inaugura nada, un servicio se abre y punto lo cual supone un ahorro considerable. 

España se ha convertido en un Estado que no sabe a ciencia cierta ni cuantas empresas públicas tiene, ni cuantos políticos, ni cuanto dinero cuesta toda esta debacle. La Mononarquía española es constantemente y burdamente comparada con las repúblicas europeas con respecto a sus costes. El truco es falaz, una cosa es el presupuesto de la Casa Real y otra muy distinta son los presupuestos de Patrimonio Nacional y de las partidas dedicadas a esa casa procedentes de los ministerio de Defensa, Interior y Exteriores. Sumen todo y a ver que dá, igual nos sorprendemos. 

Con todo esto, prefiero un tipo de gobierno reducido, porque lo que es una realidad pétrea es que con el actual sistema no acabaremos nunca de pagar las fiestas que otros se montan.

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