Las urnas están a punto de hablar. El tiempo y el desgaste ha dejado caer los grandes lideratos, tanto es así que los electores ya no perciben que ni un solo candidato represente el 100% de sus espectativas a cuatro años vista. Ya no es la hora de los mejores, es la hora de los menos malos.
Una de las cosas que me ha traído a la memoria esta película -que recomiendo- es que al personaje se le ocurre tirar gran parte de ese dineral en una campaña electoral. Por supuesto no quiere ser elegido, no presenta propuestas salvo una "No vote a ninguno de los anteriores", el desenlace de este film lo dejo al sufrido lector, quien seguramente encontrará similitudes con la situación actual en España.
Me ha venido
bien acudir a rescatar este recuerdo porque estamos en campaña electoral
también. Los líderes y no tan líderes de los partidos políticos andan estos
días de mitin en mitin dando cuenta de su existencia. De los mensajes que están lanzando de cara a
una legislatura plurilingüe como la que se avecina, no comment. De los partidos
de toda la vida, más de los mismo. De los emergentes solo me queda por saber
como se financian y si llevan algún lastre. Los minipartidos quedan solo para
que les vote la familia y sus votos que no lleguen al 5% se repartan
proporcionalmente todos los partidos que sí han pasado el corte.
El techo
electoral es alto y cuesta llegar a él. No termina de convencer ningún mensaje
y parece claro que estos comicios no cuentan con ningún líder que sobresalga.
Quizás sea bueno, pero a la hora de elegir no te queda suficientemente claro
cual es la mejor opción.
Siempre se
puede recurrir a invertir esa tendencia de buscar al mejor y, asumiendo que
nuestra clase política está caduca y los emergentes no terminan de aclararse
sus ideas, toca tirar del manual del español inteligente. Emulando al ya
tristemente desaparecido Richard Pryor protagonista de la peli, puede que no
votar a ninguno de los anteriores sea la mejor opción.